jueves, 19 de octubre de 2006

La brecha de habilidades/requerimientos tecnológicos afecta el boom de empleo en India

Mientras las compañías tecnológicas se elevan hacia los cielos del outsourcing, India se enfrenta a una barrera infranqueable.

En un país que fuera considerado un pozo sin fondo de ingenieros angloparlantes, listos para trabajar y de bajo costo, aparece un déficit.

La India todavía produce muchos ingenieros, casi 400.000 al año. Pero sus competencias se han convertido en un problema.

Un estudio encargado por una asociación del sector, la Asociación Nacional de Compañías de Software y Servicios (NASSCOM), encontró que solo uno de cada cuatro graduados de ingeniería están suficientemente capacitados para ser empleados.

El resto sufre de deficiencias en habilidades técnicas, fluidez en el inglés o la habilidad de trabajar en equipo ó realizar presentaciones orales.

La brecha de habilidades refleja la baja disponibilidad de educación universitaria de alta calidad en la India, frente al imparable avance de la economía de servicios del país, que crece a un ritmo únicamente inferior al de China.

Las compañías de Software y Servicios proveen servicios tecnológicos a compañías extranjeras, muchas de ellas con headquarters en los EEUU, pero las exportaciones de software solamente crecieron un 33% durante el año pasado.

Los sistemas universitarios de muy pocos países podrían sobrellevar semejante demanda, y la India está en problemas. Las mejores y más selectivas universidades generan muy pocos graduados, y las nuevas universidades privadas producen graduados de calidad dudosa.

Muchos temen que el problema laboral produzca cuellos de botella en otras partes de la economía. Ya se está sintiendo en el sector tecnológico.

Cuando se espera que el número de trabajos relacionados con la Tecnología alcance los 2 millones en los próximos cuatro años, las empresas se apuran a conseguir nuevos ingenieros y a mejorar las escuelas que los producen.

Algunas compañías han recurrido a entrenar a los docentes, ofreciendo cursos orientados a las necesidades de la industria y a mejorar laboratorios y bibliotecas universitarias. Se apuran por conseguir la primera opción para contratar futuros ingenieros mucho antes de haberse graduado. Y están recurriendo a pequeñas y remotas universidades casi desconocidas para el resto. Las empresas tecnológicas más exitosas ya no pueden contratar únicamente de las universidades más prestigiosas, ni pueden pretender que los recién graduados estén listos para trabajar con la tinta fresca en el diploma. La mayoría de las compañías obligan a sus nuevos empleados a tomar cursos in-house de entre dos y seis meses.

El incremento en la demanda ya empieza a sentirse en la faz financiera. Los salarios iniciales en la industria del software han subido un promedio de entre 10% y 15% en años recientes, y NASSCOM, que ayuda a las empresas que quieren tercerizar a encontrar trabajadores, pronostica un faltante de 500 mil empleados profesionales en el sector tecnológico para el 2010.

El aumento en la ocupación se siente en toda la economía de servicios. ICICI, la compañía de servicios financieros más grande del país, anunció planes para contratar a más de 40 mil empleados en los próximos tres años.

La asociación de minoristas de la India anunció en julio que su industria de rápida expansión necesitaría casi 115 mil trabajadores en los próximos seis meses. Reuters reportó en octubre que Google tuvo problemas para conseguir trabajadores hindúes hábiles en los lenguajes y tecnologías de diseño utilizados en la Web 2.0.

Este año, la compañía de software más grande de la India, Tata Consultancy Services, planea agregar 30 mil personas a su fuerza laboral de 72 mil. Por esto fue que hace poco un equipo de cuatro personas caminaba los pasillos de una universidad fundada por un magnate textil local en el pequeño pueblo de Tiruchengode, al sur de la India.

El grupo llegó al pueblo con los objetivos de seleccionar su próxima generación de programadores y analizar cómo, en el corto plazo, podría la compañía ayudar a la universidad a graduar más gente con las habilidades que necesita. "Estos chicos son los que escribirán Windows 2010" decía uno de los reclutadores.

"No podemos permitirnos el lujo de perder gente talentosa" fue el veredicto de A.K. Pattabiraman, un miembro del equipo.

Interrogaron a los profesores y a los administradores: ¿Cuántos de los docentes tienen doctorados? ¿Por qué hay tantos alumnos que deben materias cuando entran a cuarto año? ¿Qué software utilizan para Mecánica, Informática y Electrónica?

Luego testearon la habilidad de los estudiantes para razonar y hablar, organizando debates como Democracia versus Dictadura, y preguntas de ciencias como qué ocurre con una varilla metálica si se la introduce en ácido nítrico.

Tomaron muestras de la biblioteca y las clases de inglés.

El ejercicio fue parte de un elaborado proceso por parte de la empresa para medir si la universidad puede ser agregada a la lista de lugares para contratar personal.

En el pasado, Tata Consultancy Services solo necesitaba ir a las mejores escuelas de ingeniería del país: los nueve campus del Indian Institute of Technology y unos pocos más tienen requerimientos de ingreso más duros que Harvard, Stanford o Yale. Hoy la lista incluye 209 instituciones, muchas de ellas universidades privadas recién llegadas que aparecieron para llenar la demanda.

La aceptación por parte de Tata Consultancy sería un premio para la universidad, el hecho de estar certificados como parte del pool de la empresa significaría que sus alumnos podrían tener la oportunidad de conseguir trabajo antes de recibirse, y otras ventajas para la universidad, como capacitación a los docentes, bibliografía para las clases y oportunidades de investigación para docentes y alumnos.

El número de escuelas técnicas, incluyendo facultades de ingeniería, se ha triplicado en los últimos diez años, según el All India Council of Technical Education. La mayoría son privadas.

Una nueva clase de institución también ha aparecido para ofrecer entrenamiento en inglés intensivo e instrucción en habilidades técnicas, ambas requeridas para trabajar y orientadas a las personas que recién se reciben. Se las denomina Finishing Schools, y NASSCOM inaugurará la propia el año que viene.

Al final, la universidad Rangasamy no cumplió con las expectativas de Tata. El equipo encontró deficiencias en los métodos de enseñanza de materias básicas y calificó a los estudiantes de estar en el promedio.

La educación superior está disponible únicamente para un microscópico pedazo de la juventud India. Menos del 10% de la población de entre 18 y 25 años va a la universidad, según cifras oficiales. Casi el 40% de los hindúes de más de 15 años son analfabetos.

La industria está presionando al gobierno para que permita la inversión privada en la educación superior. Hasta ahora el gobierno permite únicamente a organizaciones sin fines de lucro, y muchas veces se tratan de empresarios bien conectados con el gobierno.

El ministerio de comercio recientemente ha presentado la idea de permitir la inversión extranjera en Educación Superior, los hindúes están entre los grupos más grandes de estudiantes extranjeros en los EEUU, y el país está enviando estudiantes a otros países, como Australia y Canadá.

Con más de la mitad de la población debajo de los 25 años, la India podría educar a sus jóvenes y darles oportunidades laborales, o quedarse con una enorme cantidad de jovenes sin capacitación, y sin posiblidad de ser empleados.

Los jóvenes ingenieros de la india están ganando salarios inimiaginables en la época de sus padres.

Y se han preparado intensivamente también. Muchos han programado desde la adolescencia, o defendiéndose en altamente competitivos exámenes para ingresar en una buena escuela de ingeniería.

Naini Gomes, de 22 años, consiguió un contrato con Infosys, otra enorme compañía tecnológica, cuando terminó el tercer año de su carrera. Eso no era raro en el campus, una escuela de ingeniería con una fuerte reputación en Bangalore.

"Con la explosión del sector informático, este es el lugar para estar" dice Chinmay Nanavati, un recluta de 22 años. "En este momento estoy muy feliz con el rumbo que han tomado las cosas, porque están tomando el rumbo que me conviene a mí."

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